Ella, acelerada de corazón, latidos inertes que volvieron a
sentir sus caricias, al echarse ese perfume que a él tanto le gustaba, un ayer
que ya no existe solo en suburbia, en la mente de ella, pero que al volver a la
realidad se dá cuenta que solo queda ese aroma, y nada, nada más.
Un ángel, un primer ángel que le hizo llegar a la gloria,
sentir como su espiriu volvia a sentirse libre, como el día que nacío, que vió
a luz, que corazón empezó a latir, ahora ella con pulsaciones aceleradas daba
las gracias por conseguir paz en esa alma dañada.
Ella, sentió amor, notó como la vista se cegaba con esa
inmensa luz, consiguió reconocer errores aún con la consecuencia de que por
ella su ángel se marcharía para siempre..
Aunque.. Una tarde de verano, un 6 de Agosto volvió a
aparecer como luces de septiembre, esperando un aliento de placer, ella,
esperaba en su sofá impaciente y con piernas temblorosas la llamada de su
ángel, y aquella noche.. Volvieron a encontrarse sus miradas y con ideas de
silencios llegaron a tocarse el alma con un último abrazo y un momento de
placer.
Era una sensación tan familiarmente extraña para ella, para
él, para los dos en aquel coche, aquella noche en que las estrellas no
difundían su mejor luz, llegaron a contarse tantos anhelos con los ojos,
necesitaban volver a verse, para darle un final a esa historia que jamás
olvidarán.
Ella, ahora camina sorda de sandeces, de experiencias
repetitivas en su mente, siente nostalgia por aquellas noches de Diciembre,
echa de menos ese abrazo protector esa frase alentadora que le daba fuerzas
para seguir adelante, para ser quien era sin esconderse por nada ni nadie.
Él la hacía libre, la hacía fuerte y feliz.
Era pequeña pero se sentía mayor, grande de ilusiones,
tocada de corazón.
Las heridas acabaron de sanar justo cuando el se marchó, sin
apenas explicación se fue, ya los viernes no eran esperanzas de encontrarse,
los besos no se mezclaban con ilusión, ya no había paz al mirarse, solo deseos
de romper esos silencios.
Sus noches entre llantos y música, eran alivio para el
dolor, eran delirio para el anhelo.
No veía más salida que morir, se había vuelto a ir un ángel
más.
4 ángeles que nunca volverán.
1 de Noviembre, para ella todos murieron, el tiempo los
mató, les dio forma al corazón, ya no eran los de antes, no podía darles cuerda
a esos recuerdos trapecistas necios de sentido y ganas por volver a la cuerda floja..
Ella sabía que iba a caer, por más que intentaba levantarse
cada mañana se despertaba con la esperanza de vivir en el recuerdo, con ánsias
de volver a besar esos labios desaparecidos, son caricias y roces dibujados,
que ella recrea en la memoria, y nada más.
Empiezo a correr una mañana fría como el hielo, con unos
guantes rotos y una sudadera vieja se impregna de la neblina mañanera, de fondo
se escuchan obreros discutir, gente cuchicheando, el sonido de la ambulancia,
coches pitando en la carretera, ve luces de semáforos en rojo, perros
callejeros buscando un bocado para sobrevivir, gatos libres como el viento, pájaros
que emigran, y ella, se pone los cascos, con música todo es más amable, se
sienta en el parque donde aún están los nombres de ella y su ángel, y hace
partícipe a ese momento de odio consentido, de impotencia vulnerable, ella y
los recuerdos caminan hacia un lugar más ignorante, cabizbaja llega a casa, con
la vista cansada y las mejillas heladas, una ducha caliente y una leche
templada, se pone el pijama, va hacia la ventana , y le susurra al viento que
porfavor vuelva pronto, aquel ángel que se lo llevó el tiempo, y le promete a
la almohada no volver a aquel parque de charcos y farolas mojadas, quizá por el
tiempo, quizá por sus lágrimas.
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