martes, 10 de junio de 2014

El llanto que el niño derrocha del vientre.. Imaginado..
La caricia que se desdibuja de tu sonrisa.
Las mañanas con huecos en la almohada.
Los aires venideros que relentizan su llegada.
Como agua fresca que alivia al sediento, como flor de primavera que
engrandece al corazón de origen pequeño, fuíste tu, que llegaste a la vida,
por esa cama, ese amor, esa lujuria consentida.
Llegaron obsequios, cartas de amor, llegaron patadas, heridas abiertas de dolor.
Tu hiciste mayor, deseaste morir, llegaron las 12 y tu copa estrellaste en mí.
Y no fue el dolor físico del cristal lo que me llegó, si no el dolor interno de la herida que jamás se cerró, desde el alma
hasta el palpable corazón.

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