Misteriosas andadas por tu melena cálida, no hago más que descender en la cuerda del temor, que será lo que depara futuro pues a la duda me aferro, y no hay más miedo que el no de saber.
Por qué llegaste a mi vida, porque medio marchaste a la vez que tus ojos decían hola y tus amaneceres se despiden sin volver.
Cógeme de la mano, trazo un camino a la par, que con mis zapatos llevo el hilo de la senda al caminar.
No temamos a encontrarnos una vez más, desde tu pelo hasta tu mano puedo oler el perfume que enloquece mi pesar.
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