Teníamos tantas cosas que contarnos, queríamos surcar tantos barcos a la deriva...
Tenemos tantos amaneceres muertos en el puño cerrado de los ojos dormidos...
Amábamos dormir tan despiertos como vivos, éramos frágiles cristales rotos en el baile de querer
Queríamos comernos los labios con fresas y jabón, para lavarnos las heridas con azúcar natural
Pero no lo sabíamos
A qué no?
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