Una sacudida de emociones diversas, le demostró al corazón que no hay que tener miedo a crecer, mediante heridas o victorias inesperadas, porque crecer es lo que nos hace ser quien somos, nunca hay que perder la esencia de la llama que se apagó en aquella cama, fundada entre besos y ganas.
Quien jamás ha amado, nunca tendrá la certeza de lo que se siente, del ardor de mariposas envuelto en apariencias mentirosas, que engañan al corazón, quizá nadie logre descifrar el enigma que guarda este cuando esa persona se vá, y nos quedamos solos conversando con soledad, haciendo un pacto para que se marche y no vuelva más.
Siempre vuelve.
Siempre.
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