sábado, 30 de junio de 2012

Ni el deseo que mandé con mis dos monedas a la fontana di trevi, ni los tres deseos que pedí esa noche de lágrimas en San remo, ni las estrellas mágicas de Florencia harán que vuelvas a abrazarme como aquella noche que nos dijimos te quiero sin a penas decir palabra.

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