Me llenaste de ilusión, nervisísmo y calor frío. Ánsia por verte, impotencia por no poder hacerlo en ese mismo instante, misteriosa noche en la que me decías querer darme el cariño que tanto he reclamado en silencio tanto tiempo..
Esto me pasa como cuando el escorpión le pica a la rana, es su naturaleza.
Dando vueltas y más vueltas en la cama.. Amaneció, salí puntual a la parada, lo que no sabía es que era sinónimo de "sin rumbo".
Nerviosa y con mi rostro iluso esperaba ese bus hacia dónde tu estabas, esperándome sentado, con tu música y tus melodías grabadas al piano.
Recibí una llamada tuya, la descolgué y me preguntaste con voz impaciente y alegre que dónde estaba, le dije que esperando en la parada al bus.
Llego por fín y me monté con destino a dónde el estuvo sentado ese rato de incertidumbre..
A mitad de camino mi música se paró, y eras tu, preocupada descolgué la llamada y me dijiste.. Que volviera a casa.. Y a penas sin pedirte explicaciones me resistí a ser cobarde, destruí mis miedos sin saber aún de que manera lo hice, y al llegar llovía asi que me bajé y me aguardé de la lluvia con mi capucha y nada más que eso.
Fuí unos metros más alante a buscarte en ese lugar, esas misteriosas escaleras donde un día te conocí, pero no estabas..
Te llamé y quería ir de cualquier manera al lugar donde te encontrabas.. Pero no había cavida para la fuerza ya no había sitio.. Asi que desistí de la idea y cogí rumbo a mi casa.. De nuevo, volvía al lugar donde partí para verte, quise olvidarme de normas impuestas y dije mentiras piadosas con sabor a tí, solo por verte, por obtener ese abrazo que con tanta ánsia soñaba aquella noche que no pude dormir.
Y aún así no te ví.
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